Un grupo de vigueses, que conocieron la existencia de los Bancos de Alimentos extendidos por todos los continentes, llevaron a cabo lo más difícil: iniciar su actividad benéfica en la ciudad de Vigo. Aquellos primeros voluntarios destacaron por su entrega, emotividad y logros. Uno de ellos lo hizo una parte importante de su vida, Tito Badía.
Ligado al mundo industrial-comercial a través de la extinta conservera Alfageme, aportó su experiencia al Banco a la par que atraía a nuevos voluntarios con su poder de persuasión. Su trabajo incansable desde 1995 no se tradujo en actitudes de éxito inmediato, aunque su humildad, sencillez y buen hacer prendieron poco a poco entre sus compañeros, entre su tímida sonrisa y el ansia de que el Banco se acercase más a las personas necesitadas.
Monitorizó nuestras Operaciones Kilo en los diferentes centros comerciales. Atendió las relaciones con otras ONG de la ciudad. Su ejemplo guió los actos diarios del Banco, resaltando aquellos que debíamos ejecutar las personas que en algún momento compartimos la labor directiva.
La Federación Española de Bancos de Alimentos le concedió la insignia de oro, máxima distinción para un voluntario.
Los que hemos convivido contigo, todo el que te haya tratado, jamás te olvidará, sobre todo, por la densidad espiritual de un ser ejemplar.
Pedro Pereira, ex presidente de la Fundación Provincial Banco de Alimentos